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martes, 12 de julio de 2011

Capítulo 16.



Un suspiro del corazón. Algo oprimió la razón para dar paso a la emoción que se siente al improvisar. Un latido aletargado con sonido a impaciencia, una mirada robada… Miles de emociones invadieron mi cuerpo a la vez haciendo que me ruborizase. Todo volvía a ser como antes pero yo me sentía más fuera de lugar que nunca. Estaba bien con mis amigas, con mi familia, con Alex… y con Adrián. ¿Eso quería decir que iba a volver todo a la misma tranquilidad de antes? No lo sabía. Pero… por primera vez en mucho tiempo podía respirar satisfactoriamente. Antes, sin embargo, algo oprimía mis pulmones haciendo que me sintiese cansada… pero ya nada de eso pasaba.
Y ahí estaba él, con su habitual sonrisa. Hacía tiempo que había dejado de escucharle, ahora solo oía el bullicio de la cafetería que se llenaba cada vez más. Gesticulaba mucho –más de lo que lo hacía antes –y su cara se entristecía continuamente, seguramente cuando hablaba de las peores partes de su antigua vida. Pero no me importaba la historia, lo importante ya lo había escuchado. “Me arrepiento mucho Nora, y si pudiese volver atrás… no lo dudes, lo haría. Pero no fue tan fácil como crees, solo hace falta mirar mi cara, da pena…” En realidad, en eso si que tenía razón: daba pena. Tenía un ojo hinchado y muy morado. Los pómulos estaban llenos de heridas, que a mi parecer, debían ser examinadas por un médico. Tenía el labio cortado por dos partes y la nariz ya no se podía reconocer por lo que era antes. En cuanto al cuerpo… no era más que un cuadro de moratones de todos los colores y tamaños posibles. Me extrañaba hasta que pudiese andar en ese estado. Pero el seguía en un estado de aparente calma, contándome como había llegado a entrar en esa banda y lo que le había hecho recapacitar y salir de ella: yo. ¿Era yo la culpable de que estuviese así? Empecé a sentirme mal por ello…
-¿Nora me estás escuchando? –dijo mientras movía los brazos de una forma muy graciosa.
Esbocé una forzada sonrisa, triste y amarga. Todo esto nos había causado mucho dolor, pero no iba a volver a pasar. Nunca más.
-Adrián tiene que verte un médico…
-¿Esa es tu conclusión después de todo lo que te he dicho? Vaya, me siento un poco ridículo. Apostaría bastante a que no has escuchado nada de lo que he dicho.
-Venga ya Adrián, no seas tonto. Mira como estás, tu cara se esta hinchando… La gente va a pensar que tus padres te han dado una paliza o algo así.
-Nora mi cara ya no se puede hinchar más, es una especia de globo viviente, pero me da igual. Y no se que quieres que te diga, igual prefiero que piensen eso. De todas formas no creo que tengan tanta imaginación para pensar que un imbécil como yo acabo así porque sus queridos amigos nazis decidieron meterle una paliza cuando les dijo que se acababa, que se iba…
-Visto así… -en ese momento me acorde de sus padres, habían tenido un accidente y yo aún no sabía nada de ellos –igual tienes razón. ¿Qué tal están tus padres?
-Es verdad, aún no sabes nada de ellos desde el accidente –dijo como si me estuviese leyendo el pensamiento –la verdad es que yo tampoco se mucho de ellos. ¿Suena triste verdad? Están recuperados del accidente, pero ellos tampoco saben nada de mí. No saben nada de mis amigos, y seguramente ni se imaginan que esté aquí, pero pienso quedarme.
-Espera ¡¿Qué?! ¿Qué pasa con tus estudios? ¿Vas a dejar el curso que empezaste en Madrid?
-No seas ingenua, deje de estudiar hace ya bastantes meses. ¿Qué esperabas que me llevase los libros a cada juerga de los tíos estos?
-¿Y de donde vas a sacar el dinero?
Me empecé a preocupar otra vez. Dejaba de estudiar, se venia vivir solo, no sabía nada de la vida de sus padres (ni tampoco ellos de la de él). Y aún así el parecía estar muy tranquilo, como si tuviese planeado cada paso que iba dando.
-Pues supongo que buscaré un curro, como todo el mundo, ¿no?
-Un curro… No esta tan fácil la cosa…
-Nora no puedo volver a Madrid. He hecho todo esto por ti, así que por lo menos intenta echarme un cable, o al menos no le pongas pegas a todo lo que digo…
-No son pegas… es solo que estoy preocupada por ti, nada más.
-Está bien, anda vamos, que te llevo a casa, se está haciendo tarde…
El camino transcurrió en silencio. No me molestaba, me había acostumbrado a ello y el silencio no era algo que me incomodase, pero me sentía más observada que nunca. Sabía que no era a mi a quien miraban, si no a Adrián. Eso era algo habitual en él, siempre llamaba la atención de todas las chicas, pero es que ahora no era solo de las jovencitas pijas que empezaban a menear la cadera cuando le veían. Ahora eran chicas jóvenes mayores, niñas, señores… Todos miraban su cara llena de heridas y un aspecto horrible, digno de una buena paliza, pero él no abandonó su sonrisa en ningún momento.
-Ya hemos llegado…
-Sí… ¿nos veremos mañana?
-No creo, ya te dije que estaría buscando trabajo y eso, pero el lunes te voy a buscar a clase y te llevo a comer.
-Pero…
-¡No acepto un no por respuesta, –dijo mientras se iba antes de que pudiese protestar –gracias por todo!
-Pero si yo había quedado ya –dije en un suspiro completando la frase que no había podido terminar.
-¡Será capullo! Venga ya… ¿un cuatro? Todo el mundo sabía que ese examen lo tenía aprobado. Y vosotras no me creíais cuando decía que me tenía manía ¿eh, eh?
Seguramente Celia tuviese razón. Siempre sacaba buenas notas (muy pero que muy buenas notas), y tener que ir a una recuperación… eso era algo que nunca antes había estado en su agenda.
-¿Y no puedes reclamar y que te lo corrija otro profesor?
-Que va tía, estos hablan entre ellos, me harán la vida imposible. Lo que le jode es que un día se equivocó en clase y yo le corregí, y desde entonces mira como andamos…
-No se donde le ves el problema, todo lo demás son notables y sobresalientes. Mírame a mi, me quedan unas cuantas y no le pongo tantas pegas –dijo Jimena que siempre había sido la que menos estudiaba. No entendía como aún no había repetido curso.
Seguí andando sin hacer mucho caso a la conversación. Yo había aprobado todo, pero tampoco había sido para echar cohetes. Me daba igual, solo quería unas vacaciones para poder descansar de una vez.
-Chicas… ¿no es ese Adrián?
-Cómo va a ser ese Adrián, mira que pinta tiene Celia…
Sí que lo era, y en realidad había mejorado de cómo lo había visto yo el sábado.
-Sí que lo es, y yo he quedado con él. ¿Esta tarde nos vemos no?
-Creo que nos hemos perdido bastante de esta historia. ¿Qué le ha pasado en la cara?
-Nada importante –dije intentando que mi voz no me delatase.
No podía contarles la verdad, en todo caso eso tenía que hacerlo Adrián si quería.
-Venid esta noche a dormir a mi casa –sentenció Alba –tenemos mucho de lo que hablar todas.
Definitivamente, tenía que inventarme algo.
-¡Claro! Allí nos vemos.
-La verdad es que no había pensado en que contar al resto de la gente, –dijo Adrián mientras se metía en la boca un trozo de pan –solo pensé en ti.
Ese último comentario hizo que me ruborizase. ¿Seguiría sintiendo lo mismo por mí? Él no sabía lo que sentía por Alex. De todas formas, antes de que se fuese ya le había dejado claro que entre nosotros no podía haber más que una gran amistad.
-Pues… Puedes decirles que no te acostumbrabas a la gran ciudad, que echabas de menos esto… Y que a tus padres no les parecía mal que te vinieses aquí otra vez… Y en cuanto a tus padres, creo que tendrías que hablar con ellos –dije mientras cogía mi refresco.
-Dale tiempo al tiempo, la prioridad son nuestros amigos, cuanto antes hable con ellos mejor, ¿no crees?
-De hecho hoy voy a ir a dormir a casa de Alba, y me van a preguntar.
-Perfecto, diles eso. Cuando hable yo con ellas les diré lo mismo.
-De todas formas, es necesario mentir. Si son tus amigos creo que lo entenderán.
-¿Lo entendiste tu en ese momento? No es que quiera esconder mi pasad, es que quiero olvidarme de él.
-¿Y que les digo de tu aspecto?
-¿Le pasa algo? Vaya, creía que seguía siendo tan guapo como antes –bromeó.
-Sabes perfectamente a lo que me refiero –dije entre risas.
-Una pelea de bar, nada del otro mundo. Estaba yo tan tranquilo tomándome una coca-cola cuando oí a un tipo muy descarado y un poco borracho insultando a una de las camareras. Y claro, ya sabes como soy yo, me meto siempre donde me llaman… Así que me giré y le dije con tono amenazante: Tío, o te callas o te callo yo la boca de un puñetazo, –dijo simulando una voz mucho mas grave y ronca que la suya, y con un tono muy gracioso que me hizo sonreír –así que no te andes con tonterías. Entonces es cuando el se giró y pude ver la que me esperaba. ¡Era un tipo gigantesco! Y para colmo de los colmos, era quinto Dan de Judo… Y bueno, a partir de ahí ya se sabe lo que pasó, ¿no?
-¿Esperas que eso suene creíble? –dije sin poder contener la risa.
-¿Si omitimos la parte de quinto Dan de Judo mejor no? El resto creo que más o menos puede colar.
Los dos nos volvimos a reír, mucho más enérgicamente que antes. Hasta ese momento no supe cuanto había añorado esos ratos con él.
No se podía ver ni un alma en la calle. Las farolas alumbraban vagamente la acera por lo que era difícil ver por donde ibas. De todas formas me sabía de memoria el camino a la casa de Alba. No estaba precisamente cerca de la mía pero era agradable dar un paseo a esas horas de la noche. Hacía frío, pero eso no me importaba. Resguardé mi boca en la bufanda marrón de lana mientras colocaba la pequeña maleta de Bob esponja en el hombro contrario a donde la había llevado todo el camino. Ya podía ver la casa. Me alegré de estar tan cerca. Tenía ganas de comer ese rico bizcocho que nos hacía siempre su madre con chocolate caliente y calentar mis pequeñas manos.
Cuando estaba delante de la puerta suspiré mientras llamaba al timbre. Preparada para contarles “todo” lo que sabía…
Fue Jimena la que me abrió, lo que me extrañó ya que no era su casa…
-¿Y Alba? –pregunté extrañada mientras entraba en la casa.
Respiré hondo para poder percibir bien ese olor que tanto conocía y que caracterizaba esa casa. Siempre me había gustado estar allí. Era muy acogedora y tranquila. Nunca nadie gritaba ni alzaba la voz demasiado. Todos los muebles, paredes y objetos eran de colores claros y poco llamativos. Sin duda esa casa se amoldaba a la perfección con la forma de ser de Alba.
-Esta arriba, con Celia. Al parecer el capullo de su novio le ha puesto los cuernos. Creo que el chocolate con bizcocho hoy nos va a durar poco, ya sabes, –bromeó sin demasiado entusiasmo –el dulce calma los males.
Estaba claro –pensé –en mi caso, después de la calma viene la tempestad.

5 comentarios:

  1. Me alegro de que ya esté bien con Adrián :)
    Pero Álex es taaaan mono *-*
    Espero que el 17 lo escribas pronto ^^

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  2. Qué ganas del próximo capítulo!
    Esta historia es taaaaan genial :)
    <3

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  3. *O* Por fiin! Tenía tantas ganas de leerlo ^///^ Espero impaciente el próximo :D me encanta :)
    Un besazo!

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  4. Aleluuya ^^ Espero el proximo emocionada. Simplemente, sabes como hacer introducir a las lectoras :)

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  5. Es una pena que dejes tu blog porque es muy bonito pero espero que nunca dejes de escribir, tus historias son geniales. Me encantan.
    Soy Betsaida, la escritora del blog Mis creaciones, me gustaría que me escribieras un comentario dando tu opinión sobre mi blog y aconsejándome.
    http://betsaida-miscreaciones.blogspot.com/

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