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martes, 19 de abril de 2011

Capítulo 14.


El sudor arremetía contra mi cara cada mañana al despertarme. Por el día seguía con el plan establecido durante todo el curso, pero no sucedía lo mismo cada maldita noche después del suceso en Madrid. Siempre era lo mismo. La misma historia con el mismo final era la causante de mi miedo cuando se ponía el sol y me resguardaba entre sábanas y mantas. Allí estaba el entre la oscuridad del frondoso bosque, apartando las grandes ramas y hojas que entorpecían su paso hasta encontrarse conmigo. Allí simplemente me miraba con furia enseñándome el gran tatuaje que cubría gran parte de su brazo derecho. Por más que corría no avanzaba más que unos milímetros, pero él no me quería hacer daño, no a mí. Tras divertirse al ver la angustia que me provocaba su presencia empezaba a correr y después solo se podía percibir el sonido de gente gritando. Ninguno de esos días era capaz de entender lo que decía aquella gente aterrada, excepto la última vez que lo soñé. Todo empezó de la misma manera de cada noche, pero no tenía miedo en esa ocasión. Él salió corriendo, adentrándose en el bosque pero las voces que gritaban no eran las mismas, ni tampoco lo que decían, esta vez sí que fui capaz de entenderlo. No eran palabras de terror lo que exclamaban aquellos hombres, si no de venganza. Tras un rato inmóvil vi como él llegaba a mi lado y me abrazaba, y a todos sus amigos detrás llamándole traidor, con cara amenazante. Adrián había abandonado, cosa que por una vez no era más que una muestra de valentía, ahora él era el que estaba expuesto al peligro.

-¡Chica, hoy irradias felicidad! –Exclamó Celia mientras se sentaba en la cafetería del instituto -¿Qué te ha ocurrido para que estés así?

-Será que me he levantado con el pie derecho.

-¿Y que más?

-Bueno… se puede decir que he quedado esta tarde con Alex.

-¿Sí? –preguntaron todas al unísono.

-Bajad la voz. Solo vamos a dar una vuelta.

-Pero esa es vuestra primera cita oficial. Qué más da que la gente lo sepa. ¡Atención mundo, Nora va a salir con Alex!

Tras el grito de Alba toda la cafetería se quedo en silencio. Algunos permanecieron callados todo el rato hasta que el bullicio de la cafetería volvió a su curso normal. Por el contrario, otros, atrevidos pero precavidos a su misma vez, señalaban y soltaban alguna que otra risilla inocente mirando hacia donde nos encontrábamos. Ante ello no pude hacer más que sonrojarme mientras le enviaba una fulminante mirada a mi amiga, que había sido la creadora de aquella situación.

-Alba, date por muerta. Cuando menos te lo esperes estaré yo con una chiquillada de estas, procura guardar bien tu espalda, porque lo necesitarás, te lo aseguro.

-Sabes que es broma –dijo entre risas.

-Lo mío también será broma –dije riéndome yo también, a la vez que mis amigas.

Desde el viaje para ver a Adrián habíamos vuelto a ser las cuatro de siempre, avispadas, risueñas, bromistas, divertidas y sobre todo, amigas. Una semana después de llegar de aquel inolvidable fin de semana para ellas, y no tan inolvidable para mí, si no más bien todo lo contrario, celebramos el cumpleaños de Celia por todo lo alto, como habíamos planeado. Ella por fin había conseguido toda la confianza en si misma que necesitaba al ser la anfitriona de la fiesta, sintiéndose la dueña del mundo por lo menos por un día. Ella no comprendía porque no podía haber ido Adrián a la fiesta, ni tampoco Jimena y Alba. Habían terminado por confiar en lo que yo les había contado sin necesidad de llamar a Adrián para que se lo confirmase. Él mismo había accedido ante mi petición de enviarles un correo electrónico para pedirles disculpas por no ir, y corroborar mi mentira: iba a quedarse a cuidar de su familia, después de lo pasado tenían que permanecer todos unidos. Pero yo era la única que sabía la verdad de aquella historia, la que sabía que seguramente el no permanecería unido a su familia, ni a la persona que era antes. Todo había cambiado y el mundo no se había percatado de ello, y yo tampoco lo habría sabido si no le hubiese seguido aquella noche.

A partir de ese desagradable suceso, además de haber tenido que sufrir todas las noches la misma pesadilla me preguntaba cada día si cambiaría en algún momento de su vida. No lo creía, pero lo más profundo de mi ser albergaba una pequeña chispa de esperanza a espera de encender una gran llama que alumbrase su camino de vuelta a casa, de vuelta a su antigua vida. No me paraba de echar una y otra vez la culpa de su cambio, de que probablemente si yo le hubiese llamado, si no me hubiese olvidado de él, no se habría sentido solo. Igual debería haberle ido a visitar a menudo o poner un poco de mi esfuerzo, ya que los cambios nunca son fáciles para nadie. ¿Cómo habría conocido a sus nuevas amistades? Puede que desde el principio él sospechase algo malo sobre ellos, y yo le habría dicho que no se acercase, y como en los viejos tiempos él me haría caso. Siempre me decía que tenía un sexto sentido para averiguar la parte mala de la gente, pero no lo hice, no estuve allí cuando lo necesitaba. Yo era la que había vendido su alma al mejor postor sin tener conciencia de ello y los remordimientos me devoraban por dentro poco a poco. No sabía si iba a poder seguir el ritmo de mi día a día con ese peso encima, pero por el momento había sido capaz de llevarlo bastante bien, puesto que multitud de cosas hacían que la balanza se mantuviese occidental todo el rato. Mis notas habían subido a lo largo del curso y mi relación con mis amigas también lo había hecho, y eso sin hablar de lo que me esperaba esa tarde, algo que prometía ser, o eso creía yo, una muy buena experiencia.

Antes de ese día la última vez que le había visto había sido en la fiesta. ¿Quién me iba a decir a mí que mis amigas le habían invitado sin ellas mismas saberlo? Acompañaba a mis compañeros de conservatorio puesto que les ayudaba con la música. Allí estaba él, rodeado de gente conversado animadamente a pie de pista de baile. Cuando me vio no pareció inmutarse así que decidí darme la vuelta intentando no darle importancia mientras cavilaba el porqué de su estancia allí. Más tarde él fue el que interrumpió el momento en que le entregué mi regalo a Cristina para explicarme porqué estaba allí. Él tampoco sabía que yo iba a ir a la fiesta, pero no pareció sorprenderse al enterarse de que yo era de las que lo organizaba. Más tarde decidimos tomar una copa, seguida de largos y cansados bailes, y más copas, hasta perder la cuenta de cuantas llevábamos bebidas. Lo único que fui capaz de recordar por mi misma después de eso fue despertarme en mi casa con la ropa aún del día anterior, con un fuerte olor a alcohol y tabaco mezclado con mi perfume de vainilla. Mi cabeza daba vueltas y un intenso dolor de estómago hizo que no saliese de la cama en toda la mañana a excepción de mis carreras al baño para vomitar todo lo que mi cuerpo no era capaz de digerir. Mi madre gritaba –o eso les pareció a mis oídos, que eran capaces de sentirse molestos hasta por el vuelo de una mosca –a través de la puerta, en parte enfadada por mi falta de responsabilidad y en parte preocupada por el estado en que me encontraba. Ni siquiera me había castigado por llegar, según ella afirmaba, ya bien entrada la mañana. A pesar de todo ese mismo lunes ya estaba como nueva teniendo que soportar las burlas de mis amigas, contándome cosas de las que nunca me habría imaginado capaz de hacer. Alex por su parte me había llamado la noche posterior a la fiesta puesto que al parecer él me había perdido de vista ya a las cinco de la madrugada y no había vuelto a saber nada de mi. ¿Con quién habría estado? ¿A caso eso debía preocuparme? A fin de cuentas si hubiese llegado con alguien extraño a casa mi madre me lo habría reprochado, o al menos preguntado quien era ¿no? Por lo tanto no le di más vueltas por el momento, no pretendía tener más quebraderos de cabeza al mismo tiempo.

El mismo tintineo de pierna, el mismo tic nervioso que había asestado contra mi toda mi vida, la causa por la que todos sabían cuando algo me preocupaba o inquietaba, no pudo faltar en esa fría tarde de otoño. El sol iluminaba las calles pero no las calentaba como de costumbre. Las hojas marrones caídas al suelo crujían bajo los pies de los transeúntes creando una dulce melodía de piano junto al silbido del viento azotando las copas de los árboles. La gente miraba curiosa hacia donde me encontraba buscando una causa aparente de mi nerviosismo mientras acogían sus puños bajo las mangas de sus abrigos. Incline mi mirada hacia el parque que se encontraba a mi lado para ver si se encontraba allí Alex, pero aún no había llegado. Una sonrisa nostálgica apareció en mi cara al ver una pareja sentada en los columpios. Allí era donde había conocido a Adrián, donde habíamos jugado de pequeños, quedado de jóvenes, y donde me había despedido de él pocos meses atrás, cuando todavía le quedaba un resquicio de sensatez y de bondad, cuando aún no llevaba esa horrible esvástica tatuada en su cuerpo, anunciando cuales eran sus creencias, orgulloso de ellas. Me lleve las manos a la cabeza y empecé a moverla de lado a lado, horrorizada por volver a pensar en él. No debía darle tanta importancia a alguien que no solo me había fallado a mi, a su familia y a sus amigos, si no también a si mismo.

Él tiempo pasaba mientras yo me impacientaba más y más. ¿Y si se había olvidado de mi? Podría haberse arrepentido de quedar conmigo, decidir que no merecía la pena pasar una tarde conmigo.

-¡Nora! –exclamó alguien a mi espalda al tiempo que una ráfaga de viento alborotaba mi pelo llevándose en el aire todas mis malas supersticiones.

-Ya creía que me ibas a dejar plantada.

Me acerqué a darle dos besos y me quede mirándole a los ojos. ¿Cómo alguien podía llegar a irradiar tanta perfección? –pensé.

Y lo mejor de todo es que esa persona con dicha perfección que me había cautivado desde el primer día en que le vi, el día en que le conocí, estaba allí, conmigo, dispuesta a pasar una tarde a mi lado. No lo quería reconocer, ni a mis amigas ni a mi misma, pero Alex despertaba algo en mí como nunca nadie lo había hecho, hacía que se me revolviese el estómago con cada sonrisa y que yo sonriese con solo mirarle. Solo él conseguía hacer que me sonrojase con cada mirada y mostraba tal seguridad cuando estaba conmigo que hacía que me sintiese pequeña a su lado, pero a su misma vez protegida de todo el que quisiese hacerme daño, formando una barrera a nuestro alrededor. Adoraba su forma de revolverse el pelo, el saber perfectamente cuando algo le pasaba simplemente con ver su cara y que me dijese que era como un libro abierto con índice incluido, sabiendo en cada momento lo que estaba pensando o a punto de hacer. Pero no era solo eso, no era atracción física lo que me gustaba de él, ni tampoco que me hiciese reír, pasármelo bien a su lado o pensar continuamente. Tampoco era el revolotear de mariposas de mi estómago al estar a su lado o que temblase como un flan si se acercaba a mí. No, no era nada de eso. Me gustaba la sensación de que teníamos todo el tiempo del mundo para nosotros dos solos, el no querer correr, si no ir paso a paso, sin miedo a que la llama se apagase antes de que pasase algo confiando plenamente en nosotros mismos.

-No te voy a dar el gustazo de librarte de mí, y lo sabes.

-Entonces tendrás que acompañarme a mi casa –respondí.

Él frunció el ceño, sin saber muy bien que decir, malinterpretando las palabras que yo había dicho.

-Solo voy a coger mi cartera, y nada más.

Me miró mientras se disponía a hacerme una reverencia indicándome que me seguiría. Pero ¿hasta donde sería capaz de seguirme? –pensé.

-Está bien, vamos.

Comenzamos a caminar simultáneamente, hablando te todo y de nada, haciendo que el tiempo no corriese para nosotros, sintiendo por momentos una agobiante falta de aire junto al fuerte pálpito de corazón. La gente pasaba a nuestro lado, unos distraídos y otros mirando de soslayo, algunos conocidos pero la mayoría de ellos ajenos a nuestras viadas. Cada paso que dábamos anunciaba nuestra llegada resonante ante el mundo, un paso adelante para nuestro destino pero tan solo un paso más cara al futuro, un paso que marcaría, por separado o no, al resto de nuestras vidas, un paso que marcaba el comienzo de mi particular obra de teatro, de la cual todos desconocían el final, hasta yo misma, la autora de esa historia.

Ya estábamos llegando cuando observé a una chica cruzar por el medio de la carretera sin mirar si venían coches. Todo sucedió en una milésima de segundo. Sostenía con sus dos manos una gran caja llena de vasos y copas, un coche se dirigía a ella a una gran velocidad, comenzando a pitar una vez que la había visto en medio de la carretera, asustada. Ella se dispuso a dar una gran zancada sin soltar lo que llevaba entre sus brazos, mirando asustada el coche, pero era demasiado tarde, no podía conseguirlo, estaba allí y yo no podía hacer nada, me encontraba demasiado lejos. Entonces, apareció él. Esa cara conocida agarró con fuerza el brazo de la chica en el último segundo, llevando su frágil cuerpo hacia el suyo. Todas las copas y vasos estallaron contra el suelo, todos miraban, nadie se movía, la calle se quedó en silencio. Una llamada de auxilio me decía que debía correr. La gente corría a hablar con la muchacha, ella era el centro de atención para todos, menos para mí. Di un paso hacia delante superando mis miedos, él estaba allí. Otro paso más, él me vio por primera vez. Otro paso más, el también comenzó a caminar. Otro paso más, me quede congelada. Fue él quien siguió andando, cada vez más rápido hasta llegar a mí y coger mi cara. Un segundo, dos, me soltó. Todo estaba sucediendo demasiado rápido, ¿que hacía yo allí? ¿Porqué no me había marchado ya? Me soltó la cara, me miro, una y otra vez, yo no decía nada, el sonido de la calle me atormentaba. La gente gritaba asustada, la muchacha se había desmayado, un medico acudía corriendo, yo no miraba, solo le prestaba atención a él, hasta que se decidió a hablar.

-Nora, puedo explicártelo todo, se acabó todo, por favor, escúchame.

-Te dije bien claro que no quería volver a verte en mi vida, Adrián.

Una lágrima calló por mi mejilla. Fin del acto primero.

7 comentarios:

  1. Aaay.. que le dé otra oportunidad a Adrián (yn)
    El capítulo está genial :) Siguiente pronto :D

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  2. Simplemente genial. Me dejas sin palabras, en serio.
    Pd: sí por favor, que le dé otra oportunidad jaja :)
    Espero el siguiente con ganas! (L

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  3. Vii tu coment en mi bloog :, lo del collar. Ya me gustaria que fuese mio... lo puese en el blog para saber si alguien sabia de donde era o donde comprarlo. Y una chica ayer me dijo que en claire's había unos super parecidos O.O !! un beso <3

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  4. Gracias por tu comentario en el blog(: ahora despues empezare a leer todos tus capitulos:D me gusta este(:
    un besazo y sigue escribiendo:D

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  5. Pongo las etiquetas o las secciones del blog. Es un gadget de eso es de los basicos :D

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  6. Que intriga , subí el próximo rápido :)

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  7. *ç* Me encantaaa!! Eres cruel dejando así los capítulos jajaja
    Espero impaciente el próximo ^^ Como siempre, genial ;)
    Por cierto, no sé si al final te agradecí que me nombraras en la entrada, pero si no lo hice, ahora es el momento.. GRACIAAAAAS!!! ^^
    Un beso enorme y sigue así de bien (y pronto) xD

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