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martes, 4 de enero de 2011

Capítulo 10.






Las siguientes semanas trascurrieron bastante rápido. Asistí a las clases de Paloma, la amiga de mi madre. En ellas no ponía mucho interés, simplemente me había enseñado lo que estaban haciendo todos en conjunto en las semanas anteriores, pero yo lo que necesitaba eran clases particulares. Ella noto mi desgana en las clases, y al darle el motivo por el cual estaba así decidió que lo mejor sería que fuese yo sola. Para mi sorpresa no me dio otra hora, si no que se la cambió a los demás.
La audición fue muy bien, mejor de lo que esperaba, y después de hacerla solo tarde una semana en incorporarme a las clases.
Era viernes y mis amigas ya estaban chismorreando sobre lo que iban a hacer el fin de semana. Observe como Celia se levantó y fue corriendo hacia su novio. Hacía un mes que estaban saliendo. Se llamaba Dani, pero nadie le llamaba así, todos le llamaban por su mote, “Moreto”. Era bastante guapo. Alto, rubio, ojos azules… Todas esas cosas que hacen que la gente se le quedase mirando cuando pasaba por los pasillos. Me alegraba por ella, desde que estaba con él se la veía más feliz. Siempre estuvo acomplejada pensando que era la mas fea, gorda, y la que menos ligaba. Ahora “Moreto” le había quitado todas esas tonterías de la cabeza.
-¿Nora, estas escuchando?
-Claro, claro.
No tenía ni la menor idea de lo que estaban hablando mis amigas, y tampoco me salí con la mía, no pude seguir al margen porque me habían preguntado algo, y yo no sabía lo que era.
-¿Entonces que opinas?
-Querida, espabila, llevas semanas en plutón, aterriza de una vez.
-Decíamos que va a ser el cumpleaños de Celia. ¿Ideas?
-Ya sabéis mi opinión, una fiesta por todo lo alto.
-Es su cumpleaños, -intervine -si hace una fiesta o no… ¿no lo tendría que decidir ella?
-Nora, con el paso del tiempo, te me vas amuermando.
-Es verdad, ¿nunca has oído hablar de una fiesta sorpresa?
-Venga, ayúdanos, por favor, por favor, por favor.
Empezaron a suplicarme al unísono poniendo cara de corderito degollado. Les hacía mucha ilusión, seguramente más de la que le iba a hacer a Celia.
-Este bien, solo nos queda una semana, habrá que ponerse ya con ello ¿no?
-Ya lo tengo todo pensado. Jimena se encargará de comida, bebida y local. Yo música, decoración y de informar a la gente.
-¿Y yo?
Mejor, sin nada que hacer. Me extrañaba que me hubiesen excluido del plan pero no me entristecía, se esta mejor con las manos en los bolsillos.
-Tú, Nora, tú harás la lista de los invitados.
-¿Eso no lo hacías tú?
-No, yo les aviso, tú haces la lista.
Perfecto, la peor parte de todo. Tenía que saber perfectamente quienes eran sus amigos y quienes no. Dicho de otra forma: quienes serían bien recibidos en la fiesta y quienes no. Pero claro, si invitaba a algunos, entonces me veía obligada a invitar a otros, y así sucesivamente, un bucle sin salida al que yo tenía que buscar el final.
-No es más fácil poner un cartel de: entrada 5€, para el regalo. Y que vaya quien quiera.
Las dos me miraron con cara fulminante, no se me volvería a ocurrir pensar algo así, o podía morir.
-Shh, chicas, ahí vuelve.
Nos callamos al instante. No sabían disimular muy bien, y no consiguieron sacar otro tema de conversación, seguramente empezó a olerse algo. Jimena y Alba estaban demasiado felices, a mi la idea tampoco me entusiasmaba tanto, una fiesta, otra más. Preferiría hacer algo más original, pero tampoco se me ocurría nada.
Al llegar a casa lo primero que hice fue mirar mi agenda: Exámenes, exámenes y más exámenes. El cumpleaños era en una semana y tenía que ponerme con ello, si no podía darme por muerta, pero también tenía que estudiar, y mucho. Decidí que mi prioridad era seguir viva ante todo así que empecé a hacer la lista.
Tras una hora conseguí arrancar, sí, había 20 personas invitadas, podía empezar a preparar el funeral. Tenía que despejarme así que cogí mi mochila y me fui al conservatorio. Allí todo cambiaba, conseguía liberarme de todas las presiones del día y relajarme. Había hecho bien en volver, y no sabía cuanto. Al acabar la clase todo el grupo me llamó y me invitó a ir a tomar algo. ¿Y porqué no? Accedí y después de ducharnos fuimos a un pub llamado Samen. Era bastante alargado con dos pisos. En el de arriba había solo dos mesas y espacio para bailar. Abajo se encontraba la barra, y al lado contrario de esta una amplia cristalera oscura. Al fondo se encontraban los baños y un escenario pequeño. No tenía mucho más, cuadros de grupos y cantantes desconocidos para mí y una guitarra eléctrica colgada de la pared.
-¿Nora, que haces aquí?
Me giré para ver quien me hablaba y para mi sorpresa encontré a alguien conocido, muy conocido.
-¿Y vosotras?
Me volví a girar y les presente a todos a Jimena y Alba. No tenía ni idea de que conocían aquel lugar. Me explicaron que lo encontraron por casualidad mientras buscaban el local para la fiesta. En seguida congeniaron muy bien con mis compañeros incluso se animaron a bailar con todos nosotros, a pesar de que decían que no estarían a nuestra altura, que éramos “profesionales de la materia”
-Ya va siendo hora de que nos vayamos nosotras tres –dije mirando el reloj.
-El próximo sábado haremos una fiesta en el Bertmon, espero veros allí a las once y media –intervino Jimena.

Salimos y me acompañaron a casa, desde allí ellas se marcharon en un taxi. Al entrar en casa lo primero que hice fue apuntar quince personas a la lista, no estaba mal, iba aumentando el número de personas.

En otro lugar de esa misma ciudad.

Entró corriendo a coger el móvil que llevaba sonando un buen rato.
-¿Tienes ya la música?
-Primero se dice hola, y sí, lo tengo.
-Gracias Alex, eres un cielo.
-Nada, sabéis que me tenéis aquí para lo que sea, mañana os lo doy.
-No hace falta. ¿Tienes algo que hacer el próximo sábado?
-No tenía pensado nada
-Pues a las once y media en el Bertmon. Nos han invitado a una fiesta.
-Vale, nos vemos.
Un “bip” finalizó la llamada. Le sentaría bien esa fiesta, sobre todo después de esa semana en la que no dejaba de pensar en la misma persona. Sacudió la cabeza molesto, tenía que olvidarse de esa muchacha.

En ese mismo momento en otro lugar del país.

La pantalla del móvil empezó a iluminarse con un nombre en la pantalla: Alba.
-¿Tú llamándome a estas horas?
-Se que estabas deseando hablar conmigo.
-Que facilidad para leer la mente tuviste siempre.
-Fuera bromas. El próximo sábado es la fiesta de cumpleaños de Ce, cuanto con que cojas un bus y abandones Madrid por un día, Adrián.
-Haré lo que pueda.
-Te voy a ver sí o sí, si hace falta te voy a buscar yo. Ah, no le digas nada a Nora, que sea una sorpresa. Lleva unas semanas en las nubes, le alegrará verte.
-No se, llevo desde que me fui sin saber nada de ella.
-Hazme caso, buenas noches.
Ya tenía planes para el próximo fin de semana. Llevaba semanas pensando en volver y ver a sus amigos, ver a Nora. Solo pensaba en ella, la echaba de menos y esa era la excusa perfecta para ir y ver a su amiga. Se volvió a tumbar en la cama y se durmió. Los días se le iban a hacer eternos esa semana. ¿Qué pasaría en la fiesta? No lo podía saber, nadie podía saberlo, ni siquiera el destino, el cual estaba jugando a dos bandas.

2 comentarios:

  1. Mmm... me gusta mucho cómo escribes, y la historia engancha, la verdad ;)
    Pero creo que deberías revisar los capítulos antes de subirlos porque hay algún pequeño fallo, pero está genial, en serio, sigue así :)

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  2. Me encanta, ya lo sabes :)
    Esperaré impaciente el próximo! Un beso!

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